sábado, 11 de septiembre de 2010

MALDITO KARMA David Safier

Algo está pasando. Mi neurona snob se debilita. Ni los piquetes informativos al otro lado de la cama, con sus reivindicaciones hacia las horas de sueño, lograrían la interrupción de la lectura. Será cosa de la dieta de septiembre que este evidente producto light me ha atrapado. Está por ver si empieza a gustarme de verdad el brócoli y la lechuga, y no solo cuando ceno con las amigas. Algo está pasando, insisto, cuando ya casi ni me inmuto ante las situaciones inverosímiles en una novela. O cuando sonrío como una boba ante un final con moraleja-moralina de oferta, 2x1 y tamaño familiar.
David Safier ha vendido la torta de libros. ¿Será porque podría ser considerado original? ¿Porque trata un tema muy de moda en occidente ahora, Buda, el orientalismo? ¿Será sencillamente porque es un libro amable en el que los humanos tenemos oportunidad de enmendar nuestras malas conductas y dar valor a esas cosas tan aburridas y manidas como los sentimientos, la familia, esas cositas? ¿O será de nuevo porque los instala en la seguridad de los tópicos, que nos refuerzan la moral frente a una vida basada en el cambio puro (y a veces vachement duro)? Quizá porque también es necesario que nos hagan no pensar. Uf.
¿Por qué me empieza a picar todo cuando menciono el adjetivo original?
A mí me triunfa la tesis de la amabilidad, del optimismo de fondo. A las chicas nos gusta que nos hagan reír, o sonreír, al menos. Si todos sabemos cómo es la vida (esta mierda tan cruel, tan maravillosa y tan justa en su inequidad, en mi opinión) ¿tiene sentido que la ficción nos lo recuerde? ¿tiene algún sentido criticar, hablar de un libro que no te ha gustado? Ah, no, que ese es otro tema.
Sigo convencida de que pueden gustar los solomillos y los percebes, desayunar cava con fresas, y también atiborrarse de palomitas y regalices rojos. Pero quizá sea porque me pasa algo. Porque mi tolerancia a la frustración ha menguado con esto de la depresión postvacacional. Creo que para recuperarme releeré La carretera de Mc Carthy. O algo de la Guerra Civil. Ya daré noticias cuando vuelva a ser yo. O cuando deje la dieta, vaya.